Como diría un buen marino, la singladura del nuevo año deseo que sea fructífera y debo estar preparado para todo lo que pueda surgir. Toca hacer balance y reorientar o reforzar velas para seguir navegando.
Detrás de esta palabra, a priori tan rebuscada, se esconde un concepto sencillo, claro y conciso… el ikigai es el “propósito de vida” o la “razón de ser” que todos tenemos, o deberíamos tener, para levantarnos cada mañana.
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